Los medios de comunicación, o más bien de desinformación y manipulación, ignoraban el asunto o se referían a ello en algunas ocasiones para ridiculizarlo y desacreditarlo, siguiendo instrucciones de quienes controlan a dichos medios. Los chemtrails eran simple conspiranoia de chiflados e interesados que buscaban notoriedad difundiendo bulos.
Periodistas, investigadores, divulgadores, agricultores, científicos que no obedecían al sistema… eran objeto de burla desde el oficialismo científico y audiovisual y el público obediente y fuertemente condicionado. Ignorados por gobernantes y políticos. Y en alguna ocasión víctimas, cuando su insistencia incomodaba a quienes gobiernan el sistema corrupto en el que vivimos.
Pero, como en otros muchos asuntos, la realidad terminó por aparecer. Como en el caso de España, donde las autoridades tuvieron que reconocer oficialmente la veracidad de las acusaciones de los agricultores cuando éstos denunciaban cómo avionetas fumigaban nubes hasta hacerlas desaparecer para evitar lluvias y provocar sequías, por todo el mundo han aparecido pruebas y testimonios gráficos mostrando la realidad. Hay aviones, incluso de vuelos comerciales, con capacidad de fumigar extensas áreas arrojando a la atmosfera distintos elementos empleados para la manipulación del clima y, muy posiblemente, para otros objetivos aún más oscuros.
En el siguiente vídeo no solo aparecen las instalaciones de almacenado y fumigación montadas en aviones que vuelan a gran altura. Primeramente se reproduce el testimonio de una persona que trabajó para ciertas agencias gubernamentales sospechosas de servir a élites aún más poderosas que los propios gobiernos. El informante explica que los pilotos seleccionados para estos fines son personas anti sociales y resentidos contra la humanidad a quienes no les importa en absoluto el daño que causan en millones de personas.
Los chemtrails eran un mito esgrimido por conspiranoicos. Eran un bulo. Nada más que «estelas de condensación provocadas por motores a reacción». Pero la simple observación y las posteriores revelaciones de pilotos, militares e investigadores han demostrado que el bulo, precisamente, era que los chemtrails no existen.