Ebba Busch, vice primera ministra sueca, exige al islam adaptarse y respetar a la sociedad occidental
Suecia puede considerarse el ejemplo perfecto de lo que el plan Kalergi persigue conseguir para Europa. Naciones invadidas por oleadas de inmigrantes cuya cultura y religión es radicalmente distinta a la nuestra, que llegan en número suficiente como para desbordar los servicios sociales y de salud de los países de acogida, que constituyen ghettos en los que sus propias leyes y costumbres, por muy radicales que sean, prevalecen sobre las nuestras y con la connivencia de nuestras autoridades, y cuya realidad acaba por abrir los ojos incluso a no pocos progres que, en su día, clamaban por las sociedades «integradoras y multiculturales» que han acabado por sufrir el abuso de los que vienen sin ánimo ni de integrarse, ni de respetar, ni de tolerar.
Hemos podido presenciar en la ´ultima década como estas invasiones encubiertas son verdaderamente eficientes, precisamente porque han sido muy bien planeadas por las élites. El multiculturalismo es una verdadera trampa para las sociedades de acogida. No solo en Suecia. En Francia, en Inglaterra, en Alemania, en Bélgica… Europa está ya plagada de áreas «no go» donde lo más radical e inhumano del islam es ley, y donde las fuerzas del orden poco o nada pueden hacer al no tener el apoyo suficiente de las autoridades para revertir el problema. Bien pagadas autoridades, de todos los estamentos e instituciones, que son colaboradoras necesarias en el plan Kalergi; el gran plan de sustitución poblacional europea que ya en los años 1920s teorizaba sobre el modo más eficaz de acabar con la civilización occidental como uno de los pasos previos para la consecución de la dominación mundial y el establecimiento del Nuevo Orden. Cualquier progre, cualquier estúpido, cualquier vendido a las élites podrá seguir repitiendo hasta la náusea que todo esto se trata de conspiranoia, de racismo y de xenofobia. Cualquier anormal puede decirlo, pero lo que está sufriendo el pueblo sueco es precisamente el racismo, la xenofobia y la intolerancia de los inmigrantes