Suecia, Dinamarca son las víctimas que mejor ilustran la catástrofe social provocada por las políticas migratorias diseñadas por la agenda global y el plan Kalergi para Europa. Los países nórdicos que presumían, no sin razón, del mayor nivel de vida en el continente, de la mejor sanidad pública, del mejor sistema educativo -aunque no olvidemos que todo estaba basado en unos impuestos elevadísimos- son ahora territorios invadidos por el islam más radical que ha creado distritos «no go» en muchas ciudades, en los que la policía poco o nada puede hacer contra la delincuencia sistémica de una población que se rige por la sharía.
Los gobiernos de dichos países tratan ahora de reaccionar contra la inmigración ilegal que antaño recibieron con los brazos abiertos en aras del multiculturalismo tan letal para Europa pero, ¿estarán aún a tiempo de revertir esta acuciante situación?