En el cuarto año desde los inicios de la plandemia Covid la gran farsa que las élites ejecutaron para dominar y diezmar a la población va cayendo a pedazos conforme la realidad va desvelando las intenciones criminales de quienes gobiernan el mundo. Grandes corporaciones farmacéuticas prepararon las timovacunas de enfermedad y muerte para una población en su mayoría atemorizada por la estrategia del miedo de los medios de comunicación del sistema. Los políticos, prácticamente sin excepción, al igual que los periodistas y comunicadores que viven de la desinformación, coaccionaron mediante la burla, el miedo, la culpabilidad y la amenaza a la ciudadanía para que “voluntariamente” desfilara por los centros de salud, hospitales y “vacunódromos” creados al efecto, para inocularse el veneno génico del que ni siquiera recibían ningún tipo de información o, ni mucho menos, una declaración de responsabilidad por parte de las autoridades sanitarias ni del personal facultativo.
El clima de censura y pánico propiciado por todos ellos provocó un ambiente de persecución que conocemos bien. Y como toda dictadura sabe, su primera barrera de defensa y de ataque contr la disidencia fue la propia sociedad asustada y sectarizada por el miedo. La misma sociedad que señaló y satanizó a quienes nos resistimos a dejarnos inocular el veneno fatal de ARN Mensajero
Las consecuencias no tardaron en llegar, y lo que tanto anunciaron hasta la saciedad médicos, biólogos e investigadores científicos, acabó por suceder. Efectos secundarios en muchos casos crónicos y fallecimientos súbitos que han reventado todas las estadísticas de enfermedad y muerte. Ninguno de los perseguidos por el poder han recibido disculpas; pero la gente enferma y muere a diario mientras los medios de desinformación del sistema miran para otro lado y solo unos pocos se hacen eco de la realidad. Y como toda mentira, ésta de la gran farsa de la plandemia Covid y de las timovacunas va cayendo para vergüenza de muchos.
Ahora, el exministro socialista de Sanidad, Salvador Illa, uno de los responsables de la obligatoriedad de las mascarillas, y de la implantación del pasaporte covid, reconoce públicamente que no quiso recibir las timovacunas y declara, con la desfachatez propia de un miembro que fue del gobierno de Pedro Sánchez, que nadie fue “obligado a vacunarse”
No hay más preguntas, Señoría.