La plandemia de 2020 no solo marcó el inicio de una nueva etapa en los planes genocidas de las élites. Fue el arranque de una operación de censura contra la libertad de información y opinión como la humanidad no había conocido hasta el momento.
Para “proteger” la salud y los intereses de la ciudadanía, los medios de información dependientes del sistema – tanto públicos como privados – empujados por gobiernos y organismos internacionales, comenzaron a eliminar contenidos escritos y audiovisuales que pusieran en duda el relato oficial de los orígenes del Covid 19, de sus supuestas vías de contagio, de la supuesta necesidad convertida en férreo mandato de llevar mascarillas incluso paseando solo por la naturaleza, y de la injustificable irresponsabilidad de quienes habíamos decidido no timo vacunarnos. A todo ello las élites sumaron una bien ajustada maquinaria del odio, cuyos engranajes son la ignorancia y el miedo extendidos desde los mismos obedientes medios de comunicación, y que es conocida y practicada por todo tirano y dictador que se precie: el señalamiento social. Un pueblo engañado y asustado se convierte inmediatamente en la primera línea de defensa de las élites y los gobiernos censores contra escépticos y disidentes.
Desde entonces hasta hoy el borrado sistemático de contenidos que desmontan el relato oficial y que exponen el horror de la sobre mortalidad y el incremento exponencial de los enfermos por efectos adversos de la timo vacunación está a la orden del día. Los medios de información oficialistas apenas informan de ello muy de pasada o no informan, y en redes sociales siguen siendo restringidos y penalizados incluso contenidos que tan solo suponen una alerta moral y ética ante la casi nula respuesta de una sociedad domesticada ante el fallecimiento de familiares, amigos, niños, jóvenes y adultos que engrosan a diario y en todo el mundo esas estadísticas que no demuestran otra cosa que el espantoso incremento de enfermedades, en muchos casos crónicas, y muertes relacionadas, incluso ya reconocido tímidamente por las autoridades, con las campañas de timo vacunación Covid.
En mi caso, un breve vídeo que subí ayer a YouTube en el que el Dr. Peter McCullough, una de las eminencias médicas que desde el principio advirtió del enorme peligro que suponen las pretendidas vacunas génicas con ARNm, duró en la red no más de 10 minutos.
Esta censura distópica en medios de comunicación y redes sociales vino para quedarse. Llegó para amordazarnos y permanece para “educarnos”, y no deberíamos olvidar que gran parte de su éxito depende de nuestro conformismo y cobardía.